Escrito por María Sampedro
Un cerdo vietnamita y un chiguagua descansaban en un banco del parque leyendo cada
uno un libro.
- Ha sido un día duro -afirmó el cerdo con un suspiro de cansancio-
- Repartir todos los libros por la ciudad ¡ha resultado agotador! Quería espaciarlos lo
máximo posible para que encontrarlos fuera tarea fácil y entretenida.
El chiguaga levantó levemente los ojos de su lectura y miró inquisitivo a su amigo.
-¡Has ido en bici, quejica! -le contestó malhumorado- Si te hubiese mandado repartirlos por
toda la provincia entendería que estuvieses exhausto, pero ¿¡en bici!? - volvió a
sumergirse en la lectura sin antes mascullar- Te has divertido como un enano, ¡y mira que
eres grande! -espetó con una risa sonora entre dientes-
El cerdo consciente del humor gris de su amigo, ladeó la cabeza queriendo sacudir
sus palabras.
Volvió a mirar a ese lugar donde nos concentramos todos, sin discernir nada, pero con la
intención de encontrar la respuesta correcta, dar salida a ese pensamiento.
- No, si yo ya sé que, por tu naturaleza, conocer todos los lugares escondidos,
encontrarlos a golpe de olfato es natural, lo sé... pero evadiendo las comparaciones -que
son odiosas- con mi peso y mis patas, o voy en bici o no acabo nunca -irguió los hombros
para dar rotundidad a sus palabras- Utilizar un vehículo de transporte tan cómodo, rápido y
limpio como la bicicleta es un valor añadido. La cultura no está reñida con el deporte, es
más, hay mucho arte en el deporte.
Ofuscados en su discusión no sintieron los pasos del tercero en discordia.
El señor don gato venía caminando elegante en sus movimientos, pero sin ninguna prisa.
- ¡Ya estáis otra vez! -gritó desde la lejanía- Se oyen vuestras disputas desde hace dos
calles... Vengo de cerrar en el teatro la obra que estamos preparando; en breve podremos
actuar ante todos -boquiabierto grita- ¡Vendrán todos! Estoy seguro.
Sus amigos cierran sendos libros y le miran de reojo.
- Aún estás con esas... ¡No tenemos nada! Ni guion, ni reparto de papeles... Sabemos bien
que eres capaz de prepararlo, pero tanta improvisación... no sé, no sé... -comenta el
cerdo-
-Está todo en mi cabeza -dice el gato golpeándose la sien- ¡Será un éxito! -exclama
relamiéndose-
-Un cerdo, un chiguagua y un gentil gato, son un gancho perfecto. ¿Os imagináis sus
caras...? No se lo creerán, será el trampolín, de ahí a Broadway. Eso es: ¡un musical!
Aclarar la voz, chicos... ¡cómo no se me habría ocurrido antes!
El cerdo mueve el hocico y le mira
-No sé si es tu entusiasmo o una incipiente locura... pero, ¡nos has oído desafiar infinidad
de veces! ¿Cómo piensas que lograremos cantar algo decente con tan poco tiempo? -
suspira-
El parecido con los tres tenores no lo tenemos ni en el reparto de papeles: el gordo, el
líder y el pequeñajo resulton -dice señalando para el perro-
-Vamos amigos, ¿y ese optimismo? -les mira a ambos- ¿Cuántos animales habéis visto
cantar en las películas de Disney? ¿Por qué hemos de ser distintos?
-Será por su profesionalidad, años de ensayos, talento innato... -el chiguaga levanta las
orejas- ¡Alma de cántaro! ¿Lo deduces tú mismo o sigo dándote argumentos?
El cerdo se reía con tanta gana que no dejaba de retorcerse por el suelo.
-Ya me veo cantando la canción "Like a Rolling Stone" como si fuera Bob Dylan -sus
amigos le miraron pensativos, intentando dibujar esa imagen-
-Bueno, ¡se acabó! -dijo el gato- Haré de vosotros lo que sois: ¡unos artistas!
-Escuchadme -dijo acercándose a ellos en susurros- Ya tengo el trasfondo de la historia:
Érase una vez un gato, un cerdo y un perro
Bien puedes creer que es el comienzo de un chiste, pero nada más lejos de la realidad.
Un cerdo vietnamita, un gato y un chihuahua son tres amigos y, fuera de sus diferencias, a los tres les une algo fundamental: son animales y son conscientes de ello.
No les importa su diferencia racial: altos, bajos, limpios, sucios, cariñosos, ariscos, de compañía o salvajes. Los tres son considerados mascotas -sí, ¡el cerdo también!- pero a pesar un hacer un cuadro tan curioso, conviven juntos felizmente.
¡Cuánto podríamos aprender!
Dejar las diferencias de lado, olvidarnos de que somos tan distintos y
entregarnos a lo que nos une; no insistir y recalcar lo que les separa.
¿Crees que el chihuahua le dice a su compañero: "¡Comes como un cerdo!" o
"¡estás como cerdo!"? No, seguramente no.
Ni el gato y el perro andan liados y peleando por doquier como marca la leyenda
urbana.
E, incluso, seguro que en sus conversaciones no coinciden en los mismos
gustos alimenticios, ya que las raspas de pescado serán delicatesen para el gato,
nada que ver con los huesos a roer del pequeño chihuahua y, déjame serte sincero,
desconozco los manjares exquisitos que puedan gustar al cerdo.
Mientras el gato se despereza estirándose como felino que es, el chihuahua se
sacudirá para quedarse como nuevo. Y el cerdo... y el cerdo... nada me pillas de
nuevo... no sé cómo es el desentumecimiento del cerdo, juraría que nunca he visto
como lo hace uno. ¿Tú sí?
Pero si tienen algo en común con los humanos es un espectacular selfie, doy fe. Ja,
menudos son.
Porque érase un vez un gato, un cerdo y un perro, eran tres amigos y lo que
más les gustaba era hacer lo que mejor se les da: un poco el animal.
¿Qué os parece? -les preguntó.
-Habrá que empezar a pensar en la música, ¿no? En algún momento empezaríamos a dar
el cante -dijo el cerdo que, tras un guiño al chiguagua, éste por fin exclamó- Es un
comienzo, al menos no nos quedaremos sin intentarlo, ¡a por todas amigos!
Y así es como un cerdo, un chiguagua y un gato escribieron el siguiente estreno, ese que
estas esperando. Únete a ellos y anímate a escribir tu historia, bien puedes empezar por
un cuento: Érase una vez...