Cuando pensamos en diseño y espacio seguramente que a la mayor parte de los lectores le vendrá a la mente imágenes de películas de ciencia ficción, novelas famosas o representaciones artísticas del espacio exterior y otros mundos. En esta entrada sin embargo yo quiero atraer la atención sobre un aspecto de la exploración espacial que no es tan conocido: el trabajo que realizan diseñadores, artistas y arquitectos para mejorar los hábitats espaciales en los que trabajarán y vivirán los astronautas del futuro.
Mientras que las tecnologías que hacen posible la supervivencia de seres humanos en el espacio ha avanzado notablemente, este avance no se ha reflejado en una mejora significativa en los entornos donde los astronautas viven y trabajan. Estos hábitats, por ejemplo la Estación Espacial Internacional, se caracterizan por ser lugares artificiales creados para la supervivencia de los humanos en un ambiente hostil, son pequeños, ruidosos, monótonos, con limitada variación en colores y una considerable falta de estímulos sensoriales. En este entorno tan poco atrayente de por sí, los astronautas además se enfrentan a importantes cambios fisiológicos (deformación de las proporciones del cuerpo como consecuencia del movimiento de los fluidos, decalcificación por falta de vitamina D, malfuncionamiento del sistema vestibular, miopía, debilitamiento del sistema inmunitario debido al estrés...) y psicológicos (aislamiento, confinamiento, ansiedad, privación sensorial, perturbaciones en el ritmo circadiano…) que hacen del viaje y la estancia en el espacio una experiencia no del todo agradable.
A pesar de ello existe una clara disposición de las agencias espaciales no sólo de continuar su programa de vuelos tripulados a la Estación Espacial Internacional más allá del 2020, sino también de situar humanos en la superficie de Marte y la Luna en 2050. Además hoteles privados en la órbita baja de la Tierra ya se encuentran en avanzado estado de desarrollo. Conforme avanza la exploración espacial se espera que los astronautas pasen temporadas más largas en el espacio haciendo necesario la mejora de sus condiciones de vida y trabajo. Esto incluye modificaciones en el diseño de los hábitats que contribuyan a mejorar la calidad de vida de los astronautas teniendo en cuenta tanto las características del entorno como los factores psicológicos que influirán decisivamente en el éxito de la misión. Actualmente se apuesta por que el diseño de los hábitats espaciales tenga lugar desde un punto de vista humano y no exclusivamente tecnológico y de pura supervivencia.
Decoración interior de un refugio espacial hinchable en ingravidez.
© Irene Lia Schlacht desarrollado para ESA/Thales Alenia, 2005.
Un ejemplo de esto es la utilización de colores e imágenes naturales en futuras estaciones espaciales (figura 1). Tanto los diferentes colores, como las imágenes y decoración del lugar pueden influir en la psicología y el estado de humor de los astronautas. Así, paisajes naturales relajantes y colores verdes y azulados pueden ser utilizados para reducir el estrés, el ritmo cardíaco y descansar la vista en las áreas de ocio y descanso. Mientras que colores más estimulantes como rojos o naranjas serían una buena opción en áreas de trabajo, cocinas y comedores. El uso de colores además serviría para la orientación visual de los astronautas ya que en situaciones de ingravidez su sistema vestibular está considerablemente reducido.
Si seguimos avanzando hacia el futuro, nos encontramos con hábitats diseñados para albergar, no varios astronautas, sino ciudades enteras. Durante los 70 varias propuestas vieron la luz durante el NASA Summer Study que tuvo lugar en la Universidad de Stanford (1975). Uno de los diseños más aclamados (y más futuristas) de hábitats espaciales es el conocido como Stanford Torus (figura 2). Esta nave espacial podría albergar entre 10.000 a 140.000 habitantes y consistiría en un anillo con forma de donut de aproximadamente 1.8 km de diámetro rotando una vez por minuto. La fuerza centrípeta que genera esta rotación crearía gravedad artificial en su interior suficiente como para que los humanos pudieran vivir de manera cómoda simulando la gravedad terrestre. Lo más llamativo de este diseño es la creación de un medio ambiente similar a las afueras de una ciudad, una especie de urbanización con zonas dedicadas a la vivienda, áreas dedicadas a la agricultura, un techo cubierto por miles de espejos iluminando el interior y unas impresionantes vistas del espacio exterior.
Stanford Torus. Dibujo de Don Davis. Créditos: NASA Ames Research Center.
Hoy en día solamente unos pocos pueden viajar el espacio, sin embargo en el futuro es muy probable que la vida siga desarrollándose más allá de nuestro planeta: en colonias en el espacio, en la Luna o en Marte. Arquitectura, diseño, psicología, ciencia y tecnología están uniendo fuerzas para la creación de estos futuros entornos de vida y trabajo. Estas ideas y conceptos pueden resultar ingenuos o incluso absurdos a principios del S.XXI pero tanto las tecnologías de fabricación, de materiales o espaciales están avanzando a velocidades cada vez más mayores (impresoras 3D, nuevos materiales, robótica, etc.) lo que hace intuir que sin duda explorar estos conceptos resultará de gran interés en un futuro no tan lejano.
En la web
Space Settlements de la NASA existe una amplia recopilación de información, libros, diseños, imágenes y
links disponibles.