Escrito por Lola Giadás
Me gustaría hablaros de un proyecto hecho con el lenguaje de programación Processing, “3D Printed Record” de Amanda Ghassaei. En este proyecto Ghassaei logra imprimir un disco de música cuya calidad aún está lejos de poder ser comparada a la de cualquier otro formato físico o digital, pues sus creaciones suenan como una grabación a frecuencia de 11kHz y resolución de 6 bits, lo que es bastante bajo considerando que un CD de audio corre a 44.1kHz y 16 bits. De todas maneras, hablamos de algo que está en recién desarrollo y ha sido realizado por una sola persona con una impresora 3D relativamente modesta.
El proyecto escogido es una prueba de cómo la presencia y evolución de las nuevas tecnologías ha hecho desaparecer las barreras que antes separaban al autor (o creador) respecto de la creación de la obra y, en último término, respecto del lector (entendido éste como espectador o consumidor cultural), pasando todo a ser prácticamente una misma cosa.
Me parece un proyecto muy interesante en el sentido en que creo que es un gran comienzo para revolucionar los sistemas de producción en un futuro no muy lejano. La impresión en 3D está adquiriendo cada vez más relevancia en nuestras vidas y la vemos más presente a nuestro alrededor. La expansión y enorme desarrollo actual, tanto de hardware, como de software y materiales, marca un futuro brillante para esta tecnología. El desarrollo de prototipos evoluciona permitiendo que los plazos de producción se acorten, ya que permiten introducir cambios y mejoras en el diseño de forma sencilla y sin incurrir en laboriosos y caros costes de producción. Sin el uso de impresoras 3D esto sería inviable en muchos casos.
Sin embargo, la fabricación en masa es aún una utopía, ya que la velocidad de impresión de los sistemas actuales no puede competir con la rapidez de los métodos que se utilizan hoy en día, además de que las empresas de fabricación necesitarían una adaptación imposible de llevar a cabo.
A nivel de usuario directo de las impresoras 3D, se nos permite crear nuestros propios objetos de forma sencilla y sin necesidad de utilizar herramientas complejas, con la ventaja de poder copiar y modificar dichos objetos fácilmente y sin esfuerzo. Destaca aquí no sólo el poder crear nuestras propias piezas, sino que también podemos sustituir, bien sea para reparar o mejorar, las piezas de productos comerciales, cuyos repuestos en muchas ocasiones o son tremendamente caros o ni siquiera están a la venta. La impresión tridimensional combate por tanto la obsolescencia programada, lo que ocasionará una gran revolución en los futuros sistemas de producción.
Me parece importante destacar la labor de la plataforma “Processing.org” que supone una puesta en práctica de la voluntad –y la necesidad- de nuestra sociedad por caminar de forma conjunta en la búsqueda del conocimiento. Supone también un universo de oportunidades para explorar e intercambiar nuevas herramientas tecnológicas susceptibles de aplicarse a la trama de la creatividad y el arte. Comprobamos, una vez más, que el “web art” posee una dimensión eminentemente social, y dependiendo del modo de ver de cada uno, los resultados formales de la mayoría de los proyectos de “Processing.org” producen efectos y sentimientos contradictorios, por una parte, se admira su belleza y abstracta perfección o, como en el caso escogido, su extraordinaria capacidad para crear. Por otra, se siente una inevitable frialdad, a veces física, a veces emotiva, a veces ambas. Es, de alguna manera, la pugna entre “la inevitable frialdad de la tecnología” y “la inevitable calidez de un caravaggio”.
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